9.- DIRECCIÓN DE SALA

El director de doblaje es el encargado de llevar a buen puerto el registro de diálogos en la sala de grabación. Él indica a los actores que están en el atril todo lo que tienen que hacer, lo que han de decir y cómo deben decirlo, los tonos, las inflexiones, los matices de voz, si deben adelantar o atrasar alguna frase, donde deben hacer una pausa, respetar las labiales, se ocupa de que la sincronía e interpretación sean perfectas

En definitiva, en él cae toda la responsabilidad de que los diálogos estén bien dichos y en su sitio. Lógicamente también tiene que evitar que haya fallos en el diálogo, subsanando todo error que encuentre. Aunque, esto último resulta poco menos que imposible porque, como ya dijimos cuando nos ocupamos de la adaptación de diálogos, casi siempre el adaptador también se ocupa de la dirección, y si hay fallos en los diálogos adaptados difícilmente los va a poder corregir en el atril porque ignora que esos fallos existan, de saberlo los habría corregido cuando realizó la adaptación.

Hace años, como norma, el Estudio asignaba estos trabajos al actor que doblaba al protagonista y, francamente, era una táctica excelente, recordemos que hasta mediados de la década de los ochenta los actores de doblaje, de primerísima categoría, se ocupaban de la adaptación de diálogos y de la dirección de doblajes y el Gerente del Estudio participaba, personalmente, en todo lo concerniente a la calidad del doblaje. Todo eso ha cambiado mucho, actualmente el perfil de la Gerencia del Estudio y del adaptador-director es otro completamente distinto.

Los supervisores por parte del cliente casi siempre permanecen en la sala durante la grabación de los diálogos. Algunos de ellos son auténticos convidados de piedra, mientras que otros, los extranjeros principalmente, meten mucha baza, participan tan directamente en la dirección que, a veces, la autoridad del director de sala queda mermada, incluso en evidencia, provocando una situación tensa e incómoda. Los supervisores extranjeros vienen con un programa preestablecido e inalterable y no quieren trabas a la hora de cumplir con su cometido, por lo que algunos de ellos prefieren a un director acomodadizo aunque la brillantez no sea una de sus virtudes.